Cualquier
actividad intelectual que desarrollé un niño entre los 0 y 6
años de edad guiado por un adulto con conocimientos sobre estimulación temprana
y constante, generará en el niño beneficios que estimulan su lado cognitivo y los beneficios serán para toda la vida.
Particularmente la lectura ofrece las siguientes ventajas:
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Estimula la actividad cerebral, fortalece las conexiones neuronales y
aumenta la reserva cognitiva del cerebro, un factor que protege de enfermedades
neurodegenerativas.
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El
cerebro así realiza mejor sus funciones, incrementa la rapidez de respuesta,
estimula el proceso de pensamiento, la ordenación e interrelación de ideas y
conceptos, la memoria y la imaginación.
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Facilita
la interacción y las relaciones sociales ya que ayuda al desarrollo en temas
de lingüística, conversación, expresión
oral y escrita.
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Estimula
el pensamiento crítico, reflexivo e independiente que dotan al niño de la capacidad para resolver
problemas.
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Enseña
valores humanos operativos que se materializan en el día a día del niño, tales
como; autoestima, comunicación, solidaridad, respeto, tolerancia, etc.
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Posibilita
que el niño potencialice todas sus habilidades cognitivas, ya que mediante la
escucha o lectura de un cuento puede desarrollar la imaginación, curiosidad, creatividad e innovación,
elementos básicos para que en un futuro sea un adulto capaz de hacerle frente a
la vida.
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Establece
conexiones mentales entre los personajes del cuento y la realidad,
identificando vínculos que le permitan conocer y resolver problemas a través de
la lectura comprensiva y reflexiva.
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Aprende
disfrutando, ya que las lecturas para niños incorporan elementos didácticos
divertidos (lenguaje sencillo, imágenes e ilustraciones, personajes
fantásticos, etc.) que estimulan la voluntad y ganas de aprender, mucho más
allá de conceptos y teorías aburridas.
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Promueve
la unión y vínculo afectivo entre quien lee y el niño, ya sea en el binomio
maestro-niño, padre-niño, madre-niño, abuelito-niño, niño-niño, etc.
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Finalmente, reconoce al niño como sujeto de aprendizajes
al ajustar la lectura al mundo imaginario del niño y no al revés. Ningún niño
quiere leer periódicos, diccionarios o libros de literatura.